En pleno corazón de la costanera de Punta Arenas, se emplaza un importante sitio de reproducción y descanso para cientos de aves marinas, escenario cuya tranquilidad se ve interrumpida por malas prácticas y desconocimiento.
Es verano y un enérgico nadador se sumerge y emerge reiteradas veces en el borde costero de Punta Arenas. A orilla de playa, algunos especímenes más jóvenes descansan mientras acompañan los movimientos de los adultos sólo con la mirada, esperando que estos les provean de alimento antes de emprender nuevamente el vuelo en la irregular brisa que acompaña el vaivén del Estrecho de Magallanes.
Se trata de una importante colonia de Cormorán Imperial (Phalacrocorax atriceps), especie característica del paisaje que circunda al muelle Loreto y que año a año utiliza nuestras costas para nidificar y entrenar a sus polluelos en el arte del vuelo y de la obtención de alimento. Sin duda, un hermoso espectáculo que, desafortunadamente, se ve alterado por al menos tres factores: la persecución constante que realizan perros con libre deambular (con o sin propietarios); visitantes que exceden el límite de cercanía, y personas que capturan polluelos sanos pensando en ayudar.
“En esta época, los pichones de cormorán se encuentran en pleno proceso formativo y ya han comenzado a volar. Sin embargo, es posible que durante su entrenamiento estos volantones caigan al agua o aterricen en la playa, permaneciendo por un tiempo en descanso antes de intentar un nuevo desplazamiento, mientras los padres continúan realizando cuidados, llegando constantemente a la playa para alimentarlos y protegerlos.”, explica el médico veterinario del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) Magallanes, Rodrigo Molina.
“Es importante que la comunidad entienda que estos descansos son necesarios para los polluelos y que a pesar de que algunos no regresan de inmediato a los nidos, estos no se encuentran heridos o abandonados por sus padres”, puntualizó el veterinario.
Y es que cada año, SAG recibe decenas de denuncias de ciudadanos que, por desconocimiento, retiran a los polluelos de la playa para tratar de auxiliarlos, situación que contrario a ayudar, altera la crianza natural y obliga muchas veces a completar este proceso en cautiverio.
“Los particulares requerimientos alimenticios y conductuales de esta especie, hacen que la crianza en cautiverio sea muy difícil, por eso insistimos en que la comunidad debe ser cautelosa en su tránsito por la costanera, evitando perturbar los sectores de nidificación y crianza”, reiteró Molina.
Otro factor relevante que atenta contra el aprendizaje de las aves, es la presencia de los conocidos y mal llamados “perros vagos” o de mascotas sin tenencia responsable que deambulan libremente por la playa, provocando disturbios en el ciclo natural de crianza de los cormoranes, e incluso en ocasiones, atacando con crueldad a los pollos que aún no aprenden a volar.
Dado lo anterior, Sag Magallanes, reitera el llamado a la comunidad a colaborar en el cuidado de esta especie, evitando aproximarse demasiado a las colonias y no retirando a las crías de su hábitat a fin de preservarlas en su medio natural, y muy especialmente, a tener bajo control a sus mascotas cuando transiten con ellas en las proximidades de las colonias y áreas de concentración de las aves. En caso de tratarse de perros sin propietarios avisar al Municipio, a fin de gestionar la captura y retiro de dichos animales desde la vía pública.
Cabe señalar, que el cormorán imperial habita tanto en el litoral como en los canales interiores desde la región del Biobío y hasta el Cabo de Hornos, y se encuentra protegida por la Ley de Caza 19.473.